Una de las mayores amenazas a las que la sociedad se enfrenta es la propia supervivencia basada en el poder económico o el trabajo como factor elemental de la misma. Desde este sentido, la sociedad fomenta la individualidad, la competitividad y la meritocracia que es conseguida, en muchos casos, a partir de estrategias que permiten mantenerse «vivo», llegando a un estado de desconfianza en el que cualquier persona puede convertirse en un enemigo. A partir de esta reflexión se propone hacer sobrevolar un dron de forma intermitente por el recinto mientras retransmite en streaming imágenes grabadas con titulares de noticias de estos últimos años que contengan la palabra «enemigo / enemigo / enemy». El vuelo del aparato aparte de causar «curiosidad», pretende intimidar al público asistente que verá en las pantallas instaladas, imágenes aéreas donde aparecen, provocando una vulneración de derechos que apela al control por seguridad, atribuyendo a la espectador, una latente desconfianza producida por los mensajes mediáticos.

En las dos pantallas anexas al video central se retransmite, además, videos en streaming de las cámaras de seguridad del recinto, elaborando así un retrato sobre el control forzado que se justifica mediante la seguridad del ciudadano.