El sistema de color aditivo en que se basa el modelo RGB (Red Green Blue) y que da color a los píxeles de nuestros monitores, fue creado por el físico escocés James Clerk Maxwell en 1881 en Edimburgo. Esta combinación RGB (Red, Green, Blue) fue utilizada en los aparatos televisivos para llevar imágenes a color en las televisión de todos los hogares, iniciándose así una revolución que destacó por un carácter marcadamente clasista, ya que los aparatos televisivos en color eran mucho más caros que los populares B/N. Sin embargo, la posterior democratización de la televisión en color, hizo que miles de hogares pudieran consumir imágenes que supuestamente acercaban a los espectadores a una realidad fin de digna, convirtiendo los medios de comunicación en un dogma informativo de la realidad externa. Sin embargo, el modelo de sociedad que se establece permite a las familias llamadas de «clase obrera» o «clase media» la adquisición de aparatos eléctricos que facilitaban la vida de los trabajadores que veían en el trabajo una forma de emancipación y una verdadera democratización social donde la posibilidad del bienestar personal dependía del volumen de trabajo desarrollado.

En una sociedad marcadamente posfordista, la organización del trabajo como mecanismo para desarrollar economía y por tanto como sinónimo de sociedad del bienestar, lleva a la explotación del trabajador manipulando la libertad de tiempo de ocio, la decisión del consumo necesario o la obligatoriedad de convertir el tiempo laboral en tiempos de producción. No obstante el sometimiento consciente del obrero en empresas con el fin de «sobrevivir» y disfrutar de su supuesta libertad, continuamos con el mismo esquema social con jornadas de trabajo agotadoras basadas en la mecanización industrial y el trabajo como dignificación del sujeto, discurso establecido como bien simbólico y merecedor.

A partir de tres imágenes informativas que muestran a obreros en espacios en proceso de construcción, se disponen unos paisajes en RGB que supuestamente juntos, conformarían una imagen en color que ilustraría una narrativa. El autor propone fraccionar las imágenes justo antes de ser emitidas mediáticamente, para devolverlas a su estado original, desmontando el discurso que adquiriría la lectura de imágenes sobre el progreso, el trabajo y la consolidación del estado del bienestar de la clase media.